En un mundial plano como el que presenciamos en Sudáfrica, es totalmente reconfortante ver que Brasil respete su historia y juegue con autoridad en el que muchos consideraban que era un partido visagra para lo que podría ser su clasificación a segunda ronda del presente mundial.
En la primera etapa se vio un partido parejo, con mucho juego en el medio y pocas llegadas, mucho ímpetu de parte de los africanos, y muestras escasas de la calidad de los brasileros. En esta etapa pudimos ver con gran alegría, pinceladas del buen fútbol que sabemos que tiene Ricardo Kaká demostrado en un arranque en los primeros minutos que luego desperdició Robinho en un tiro de media distancia, y luego con esa magistral asistencia a Luis Fabiano, que terminó convirtiendo éste, rompiendo de paso con una sequía goleadora que data del año pasado en el juego que, por eliminatoras a esta cita orbital, había enfrentado a su selección con su similar de Argentina.
Para el segundo tiempo pudimos ver lo que esperábamos, al Brasil que hemos visto a lo largo de la historia, con espacios de partido que comprendieron mas de 10 toques en varias oportunidades, con una jugada de genio elaborada por Luis Fabiano que no pudo ser opacada por la mano evidente que cometió en su ejecución, y con el magnífico desborde de Kaká para el tercer gol convertido por Elano.
Para reflexionar queda la actuación del árbitro Francés Stephane Lannoy, que fue permisivo a mas no poder con el juego malintencionado de los marfileños, e irónicamente terminó expulsando a una de las victimas de esos ataques (Kaká), por una agresión inexistente.
Ojalá que esta sea la invitación a equipos como España, Holanda e Inglaterra, llamados a desplegar el fútbol vistoso en esta cita mundialista, para que se contagien de esta, la que en mi concepto, es la mejor muestra de fútbol y jerarquía de algún equipo en lo que va corrido del torneo, ya que fue desplegada contra un rival verdaderamente exigente.
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